Mis fans me han recordado una efeméride que estuvo a punto de pasarme por alto: este mes de agosto se cumplieron 20 años desde que empecé a hablar de videojuegos en lo que entonces era mi blog personal. En aquel lejano verano de 2005, yo era un universitario con mucho tiempo libre, porque solo me faltaban un par de asignaturas para terminar la carrera. Y he de decir que mis reflexiones sobre el Auge y Caída del High Score han envejecido muy bien.
Había empezado el blog unos meses antes, aquel mismo 2005. Aunque la escena bloguera no estaba muerta del todo aún, lo cierto es que ya estaba llegando tarde a la fiesta. Nunca fui yo el tipo de persona que está a la vanguardia de la moda, y en esto, como en tantas otras cosas, mis ciclos vitales no estaban bien alineados con el zeitgeist del momento. Me dio por lanzarme a esto que hoy llaman, pomposamente, “crear contenido”, en un momento en que los blogs estaban muriendo y el vídeo no había despegado aún. Youtube no existía oficialmente (estaba en beta; según veo, se lanzó “de verdad” en diciembre de 2005). Es raro imaginar un mundo sin YouTube o sin smartphones, pero sí, yo estuve allí, y ya publicaba cosas.
De ser yo un poco más joven, quizá me hubiera pillado en otro momento, me hubiera subido al carro del vídeo en sus inicios y ahora estaría viviendo en Andorra, comiendo precocinados y congelando bolsas de basura. Afortunadamente, las cosas salieron bien y puedo contar aquí lo que me apetece y lo que me gusta, y concentrar todo el hastío y la desesperación en el trabajo que hago por dinero.
Además, siendo sinceros, ya de joven era yo un poco rancio (y seguramente poco proclive a lograr un seguimiento masivo). En 2005 llevaba… poco menos de 20 años jugando a videojuegos, y tenía ya unas opiniones sólidas y un criterio firme sobre lo que era bueno, lo que era malo, y por qué. Lo más nuevo a menudo era peor, ya entonces. Naturalmente, no podía dar la espalda a la responsabilidad de explicarle al mundo todo eso. Mi opinión debía ser conocida. No pensaba tanto en mis indignos contemporáneos, como en la posteridad.
Seguí escribiendo en el blog con relativa frecuencia, a veces de videojuegos (y creo que he rescatado todas esas publicaciones en esta web) pero generalmente de cualquier otro tema que se me pasase por la cabeza. Y fue así más o menos hasta el verano de 2006, cuando empecé a trabajar a jornada completa en una gran multinacional. Mi producción bloguera se redujo drásticamente.
Seguí publicando cosas de vez en cuando, pero ya sin continuidad. La escena bloguera murió del todo, o más bien se transformó en otra cosa con el auge de las redes sociales y el vídeo. Yo seguía publicando cosas de vez en cuando, textos largos con pocas imágenes. Como éste. Como decía, siempre fui un rancio.
Pasaron los años. El trabajo devora una parte de tu alma. A cambio, te da dinero. Ni siquiera muchísimo, en mi caso, pero el suficiente para vivir con dignidad y darme caprichos de vez en cuando. Muchos de esos caprichos tuvieron forma de videojuego. De repente, estaba en situación de poder jugar a prácticamente cualquier novedad que me apeteciese, sin tener que preocuparme de piratear nada. Así que lo hice.
Los años no embotaron mi opinión; al contrario, la cargaron de más razones. Fui afinando mi paladar y profundizando en mis ya vastos conocimientos del medio. Y, un buen día, no recuerdo ya cuándo ni con quién, tuve la conversación que me impulsó a crear el Premio Waznei. La conversación, que devino en discusión con pasmosa facilidad, era sobre el mejor juego del año 2017 (así que debió de ser a finales de ese año o principios de 2018 seguramente). Algún pobre ignorante me estaba comentando que el juego del año era, en su triste opinión, algún ridículo AAA de mierda, ni recuerdo cuál; el que tocase aquel año, un Horizon o alguna mediocridad de ese estilo. Me dio la risa, claro, y le expliqué a aquel ingenuo que el mejor juego de 2017 había sido Hollow Knight. Hollow Knight, que yo recuerde, ni siquiera estuvo nominado en la mayoría de premios de supuesto prestigio, lo que nos da una idea de la validez que puedan tener esas maniobras publicitarias glorificadas. Pero ello dio pie a que me lanzaran esa frase asquerosa, la de “¿acaso tú sabes más que los críticos?”. Y claro, no tuve otra que responder la pura verdad: POR SUPUESTO.
Y esta es la historia de por qué, aunque la primera edición oficial fue la de 2018, considero inaugurados los Waznei Awards de manera retroactiva desde 2017, con Hollow Knight como primer galardonado. Desde entonces anoto cuidadosamente cada obra a la que juego por primera vez, y decido cuál es la mejor de cada año, de una manera auténtica, rigurosa y objetiva en base a lo que a mí me parece mejor, sin dejarme cegar por intereses comerciales como esos otros… que tampoco tienen mejor gusto que yo, por otro lado.
Es en cierto modo hermoso que se cumplan estos 20 años justamente cuando está a punto de llegar el lanzamiento de la muy esperada continuación de Hollow Knight, Silksong. Seguro que será un candidato fuerte al premio de 2025, y seguro que esta vez estará nominado en todas partes. Pero si quieres saber La Verdad, tendrás que leerla aquí.
¡Por otros 20 años! Si sigo vivo… que ya es algo que no se puede dar por supuesto, a mi edad.